Lectura:
Isaías 35:4
Escribir:
¡Animo! No teman. He aquí que su Dios, vengador y justiciero, viene ya para salvarlos.
Reflexionar:
¡Dios ha venido a salvarnos! Una cosa maravillosa. Pero la iglesia nos da esta lectura de Isaías debido a los versículos que la siguen acerca de los ojos, oídos y piernas. Luego nos pasamos al evangelio. Pero necesitamos añadir de una historia anterior en el evangelio acerca de lo que es la Decápolis.
Esta es la zona donde el demoníaco de Gerasene fue curado enviando los demonios a los cerdos. ¿Ahora recuerda la historia? El hombre quería seguir a Jesús, pero Jesús le dijo que regresara a casa. Cuando lo hizo, compartió con la gente de su pueblo todo lo que Jesús hizo por él.
Así que la próxima vez que Jesús vino a la ciudad, tenemos la historia del evangelio hoy. Recuerde, la gente tenía miedo del hombre de que Jesús quitó los demonios. Pero después de que él había sido liberado de los demonios, y fue restaurado a su familia, él pudo decirles las maravillas de este trabajador milagroso llamado Jesús.
Así que cuando Jesús vino a la ciudad otra vez, todos estaban emocionados y querían traer a sus enfermos a él con la esperanza de que él traería la sanidad que él ya había mostrado que él podía hacer.
Quiero hacer un par de observaciones al respecto. En primer lugar, Isaías dice: “¡Sea fuerte, no temáis!” ¿Cuán confiados somos nosotros de Dios y Su habilidad para protegernos, para sanarnos, para darnos lo que necesitamos?
El segundo punto es muy similar. Jesús sabe lo que necesitamos porque Él ha vivido y visto las situaciones de nuestras vidas. Él conoce todos los problemas que rodean nuestras vidas humanas. Él sabe lo que es la tentación. Él sabe qué enfermedades. Y lo más importante es que sabe lo que es la salud, tanto espiritual como física.
El tercer punto es el que quiero dedicar un poco más de tiempo. Tiene que ver con el testimonio del hombre que tenía los demonios en él. Jesús deliberadamente lo envió a una misión. Él lo envió en la misión porque este hombre sabía lo que le había pasado. Fue debido a esta misión que la gente vendría a Jesús en este tiempo posterior del evangelio.
Esto es lo que tenemos que hacer. ¿Cómo ha tocado Jesús tu vida? ¿Cuáles son las historias de tu vida con Jesús? ¿Estás listo para decirle a alguien lo que ha hecho, por ti? En los últimos años, el Arzobispo Lucas ha hablado de la necesidad de convertir las parroquias en parroquias misionales. ¡Creo que esto es lo que eso significa! Cada uno de nosotros debe tener nuestras historias de fe listas para decirle a la gente por qué creemos en lo que creemos.
El fin de semana pasado hice tres preguntas y pedí a la gente que escuchó mi homilía que tomara esas preguntas como tarea. Las repito hoy.
¿Qué es lo que te mantiene en la iglesia ahora mismo? ¿Por qué quieres venir a adorar a Dios? ¿Qué se trata de llegar a masa que te mantiene atraído?
Además, yo añadiría una pregunta más: ¿Cómo te ha sanado Dios? Estas no son preguntas ociosas o algo que se puede dejar de lado debido a nuestra incomodidad al hablar de nuestra fe. DEBEMOS –estoy siendo serio– tener listas nuestras respuestas a estas preguntas.
¿Qué fue lo que el hombre curó de los demonios dijo para convencer a la gente en su pueblo para traer a los enfermos a Jesús? Y no sólo en su ciudad. La Decápolis significa diez ciudades. Este hombre evangelizó el mundo a su alrededor. Tomó en serio el llamado a ser misionero para Cristo. Conocía su historia. ¿Conoce el suyo?
Amigos míos, esto no es una parte opcional de lo que significa seguir a Cristo. Estamos en una grave crisis en nuestra sociedad, en nuestra iglesia. ¡Muchas personas están decidiendo que venir a la iglesia no significa nada! Creo que la razón por la que sienten de esa manera es porque no han visto nada proveniente de la iglesia que encuentren de valor.
Venir a la iglesia no significa nada porque ellos no han visto nada que venga de la iglesia que ellos quieran en sus propias vidas. Y esa es nuestra culpa.
Permítanme contarles brevemente mi historia de por qué vine a creer en Jesús. Fueron casi 20 años antes de que me convirtiera en sacerdote. No tenía nada que hacer un sábado por la noche, pero me senté en el cuartel cuando estaba en el Ejército. Recibí una invitación a un estudio bíblico. Era mejor que no hacer nada. Pero durante el estudio, estaba sentado al lado de una gran ventana de la bahía y parecía que había un círculo alrededor de toda la habitación, pero cuando me vino, estaba en el exterior del círculo.
Me quedé fuera por un par de semanas, pero había algo que me atraía. Era el nivel de amistad que tenían estos niños de la escuela secundaria y de la universidad. Yo estaba en su grupo de edad, y pude ver que lo que tenían era valioso. Así que cuando volví después de estas dos semanas fui a uno de los jóvenes que parecía saber lo que estaba pasando y dije –lo recuerdo claramente– “No sé lo que está pasando aquí, pero quiero”.
No entendí en este momento que yo estaba diciendo que quiero a Jesús en mi vida, porque eso es lo que tenían estos jóvenes. Pero fue esa experiencia la que me llevó a renovar mi fe, a comprometerse con la Iglesia Católica. Este compromiso no me llevó al principio al sacerdocio. Pero ¡aquí estoy!
No estoy diciendo que tu experiencia de Jesús te va a guiar en el mismo camino al que fui guiado. Pero ustedes necesitan saber cuál ha sido su camino para que puedan guiar a otros a ese mismo camino hacia Cristo. Si usted no puede ponerlo en palabras… entonces usted no está haciendo todo lo que se supone que está haciendo por el Reino de Dios.
Sí, quiero decir ser tan fuerte en la forma en que lo digo. Permítanme volver a esas preguntas, las cuatro ahora.
¿Qué es lo que te mantiene en la iglesia ahora mismo? ¿Por qué quieres venir a adorar a Dios? ¿Qué se trata de llegar a masa que te mantiene atraído? ¿Cómo te ha sanado Dios?
Conocer sus respuestas a estas preguntas le ayudará a hablar con aquellos que no entienden ni siquiera las preguntas.