Lectura:
Juan 10:27-28
Escribir:
“Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano.”
Reflexionar:
Esta es una gran promesa de Jesús que se cumple aún más con la visión que Juan tiene en el libro del Apocalipsis. Hay una línea que es ignorado por nuestra lectura de Apocalipsis hoy, y creo que es porque es similar en la intención de lo que leemos el fin de semana pasado. Sin embargo, resalta este versículo del Evangelio. La muchedumbre que se menciona que “nadie podía contar” gritó en voz alta: ” La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.”
Esta sección del Apocalipsis aún está en la sección con las trompetas y las plagas y toda esa terrible cosas que es el último esfuerzo, por así decirlo, de Dios, tratando de llevar a la humanidad a sí mismo. E incluso a través de toda la tristeza y melancolía de esta sección, hay anillos estas declaraciones de alabanza de Dios.
Todos aquellos que están parados alrededor del trono de Dios después de escuchar esta simple declaración de la multitud de los cielos claman también con un conjunto similar de palabras que realzado el fin de semana pasado: “ Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.” Es ESTA ALABANZA de Dios que es realmente el punto culminante de todas las tragedias que parecen estar sucediendo en el libro de las revelaciones.
Sí, hay tragedias y advertencias. Pero el propósito de esas advertencias es tratar de hacer que la gente regrese a la fe en Dios. Desafortunadamente, Juan nos dice que muy pocos están dispuestos a regresar a Dios. Pero hay una victoria aquí que es la obra de Dios. Jesús hace referencia a él a su manera en nuestro evangelio. “Les doy la vida eterna, y nunca perecerán. Nadie los puede sacar de mi mano.”
San Pablo lo pone de otra manera que es aún más triunfante. En la carta a los romanos escribe: ” Pues estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo futuro, ni las potestades, ni la altura, ni la profundidad, ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.”
Aplicar:
Así que, cuando miramos todas las tonterías que rodean a nuestro mundo hoy, cuando vemos las tragedias del aborto, la inmoralidad sexual, la guerra, toda la destructividad que nuestra sociedad no sólo permite sino promueve, cuando vemos el cristianismo siendo despedido y los cristianos ser perseguidos, no tenemos que temer. Nada puede separarnos del amor de Dios. Tenemos esa promesa de Jesús mismo.
Esto no es algo que tenemos que crear. Esto no es algo que es una piadosa respuesta llena de una injustificada esperanza. Este… es… Nuestro… la realidad. Este es nuestro regalo de Dios, derramada sobre sus hijos quienes son sus hijos por el bautismo.
¿Qué es esa línea que algunas personas usan cuando son desafiadas? “¡Tráelo!” Trae lo que creas que nos destruirá. Traten de apagar el Evangelio. Somos victoriosos porque estamos con el rey. Puede parecer que perdemos batallas, pero la guerra ya ha sido ganada por Jesús.
ruegue/alabanza:
Señor Jesús, te damos alabanza y agradecimiento por tu maravillosa victoria sobre la muerte que celebramos aquí en esta época de Pascua. Sigue derramar… esperanza en nuestros corazones. Llenarnos con la confianza que San Pablo tenía cuando escribió a los romanos. Ayúdanos a alegrarnos… Ahora… En el aún por ser realizado vindicación y salvación de su pueblo.
Tenernos cerca. Nunca nos separemos de ti. Pero que nuestros corazones, aun ahora, se regocijen en el conocimiento de su salvación. Y, finalmente, ayúdanos a convencer a los demás de que esta misma salvación puede ser de ellos. Amén.