Lectura:
Juan 20:9-11
Escribir:
…Porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. * Los discípulos, entonces, volvieron a casa.
Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro… *
Reflexionar:
Así que, leí la última línea del evangelio para hoy, y luego los dos versículos siguientes. La razón por la que hice esto es porque creo que la historia de María Magdalena es muy importante, especialmente en nuestros días cuando nos encontramos tan separados de la Eucaristía, y unos de otros.
Espero que recuerden la historia. Pero si no, déjeme dar una breve sinopsis. Jesús aparece a María Magdalena pero ella piensa que él es el jardinero, hasta que él habla su nombre. Entonces ella lo reconoce y trata de abrazarlo. Pero dijo algo que podría sonar… confuso al principio. Jesús le dice “no se aferren a mí…”
¿por qué insistió en que no se aferraba a él? Creo que es porque ella quería mantenerlo aquí en la tierra sin el riesgo de que él sufra más, o de estar separado de ella, tanto lo amó ella. Pero como él dice a su lado, “Tengo que volver a mi Padre…” Ven, Jesús sabía que el corazón de María todavía no estaba alineado con la intención de Dios. Ella todavía estaba pensando en esta tierra, cuando él quería que ella pensara en el cielo.
No era una cuestión de – como algunas personas han escrito en los últimos años – alguna clase de asunto de amor entre Jesús y María Magdalena. No, sabía quién era, quién es, pero pensó que todo iba a ser completo aquí mismo… en ese momento… en la tierra. Jesús le estaba diciendo que sus expectativas no eran lo suficientemente exaltadas. Ella quería que Jesús comenzara su reinado… justo allí, entonces.
Pero, como dije, Jesús conocía sus pensamientos. Tuvo que dejar que sus seguidores – y según las Escrituras había más de quinientos que lo vieron resucitado de los muertos – que aquí en la tierra, ahora mismo, en ese momento, no era lo que su Padre quería, ni lo que él quería. Tenía mucho más… Una meta tan grande establecida para todos nosotros: Nos hemos convertido en herederos del cielo.
Como dice San Pablo en su carta a los Romanos: “el Espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si somos hijos, entonces los herederos, los herederos de Dios y los coherederos con Cristo, si sólo sufrimos con él para que también podamos ser glorificados con él”.
Esto es lo que yo creo que Jesús estaba tratando de llegar a María Magdalena. Era demasiado pronto, y su expectativa era demasiado pequeña. Ella estaba afligida por su muerte, ahora ella se regocijó en su resurrección, y debido a su dolor y alegría todo lo que ella podía ver era el momento en frente de ella. No podemos quejarle de eso. Mira nuestro deseo, ahora mismo. Todos tenemos un anhelo por Jesús en la Eucaristía. Esto es lo que él nos ha dado, y debido a las circunstancias ahora mismo… se mantiene de nosotros.
Aplicar:
Así que, en este día, cuando nos regocijamos en la presencia de Dios, el Dios que conquistó la muerte y la tumba – el Dios vencerá esta pandemia – descansamos en nuestros hogares en vez de regocijarnos con su pueblo en una gloriosa mañana de Pascua.
Nuestros corazones y almas claman a nuestro Dios, pidiendo su misericordia, pidiendo su sanidad en nuestro mundo, para que podamos volver a adorarlo juntos. María Magdalena se sentía absolutamente sola, debido a lo que ella estaba soportando en esos momentos antes de que Jesús se revelara a sí mismo. Podemos sentirnos muy iguales, pero no es ahí donde Dios quiere dejarnos.
Que tu corazón clame al Señor resucitado. Que su corazón se regocije al saber que él ha resucitado. Si has estado fuera y pasando por las parroquias, has notado las señales en los patios: “pronto – estaremos juntos – porque él se ha levantado”.
Este dicho que hemos puesto en los signos tiene múltiples niveles de significado. Primero y principal, es una señal de esperanza – la esperanza de que todo esto termine. Segundo, es una promesa – la promesa que Jesús le dio a María Magdalena, que él iba al Padre y que él no nos dejaría atrás. Tercero, es una oración – una oración que nos aferraremos a nuestra fe, y volveremos a ella y a los demás para que el mundo sepa que nuestro Salvador vive.
ruegue/alabanza:
Así que, oramos. Señor resucitado, has conquistado la muerte, y abre el camino para nosotros al cielo. Esta tierra no es nuestro destino, sino que es nuestro camino hacia ustedes. En estos tiempos difíciles, con esta pandemia, nos entristece porque estamos separados. Sane esta tristeza, y llénanos de una alegría pascual, una alegría que no puede ser sacada, si nosotros sino permanecemos en ustedes.
Usted es el que nos llamó, y nos reclamó como sus herederas. Tú eres el que ha declarado que nuestro destino pertenece al cielo. Tú eres el que es conquistado la muerte de la tumba. Usted es el único que puede cumplir todos nuestros deseos. Nos vemos con confianza y confianza en su misericordia y amor infinito.
Aun cuando estamos tan separados en este día, uníos y sanemos y nos acercamos cada vez más a los demás y especialmente a ustedes. Haga de esta Pascua un día para celebrar, incluso si no nos sentimos como mucha celebración. Haga que sea un día de oración, incluso si tenemos que orar por nosotros mismos. Haz que sea un día para regocijarte en tu amor salvífico.
Y, finalmente, les damos las gracias por haber hecho todo lo que han hecho y por haber llenado nuestros corazones para desbordarse al encontrar nuestro descanso en ustedes. Amén.